conclusiones
evidencia la importancia de comprender la diversidad genética en diferentes especies, tanto agrícolas como silvestres, mediante el uso de herramientas moleculares y características morfológicas. En el estudio sobre la diversidad genética en la soja vegetal, se destaca que los marcadores RAPD ofrecen mayor discriminación entre variedades que los caracteres morfológicos, permitiendo identificar relaciones genéticas y estructurales con mayor precisión. Por su parte, la investigación en capibaras muestra que procesos como la caza ilegal y la pérdida de hábitat han provocado un fuerte cuello de botella en la población, reduciendo su variabilidad genética y afectando su potencial adaptativo, lo que subraya la necesidad de estrategias de conservación basadas en el conocimiento genético para evitar la extinción local de la especie. Finalmente, el análisis del bagre rayado revela diferencias estructurales en las poblaciones de diferentes cuencas hidrográficas, pero con baja variabilidad intra-poblacional, sugiriendo aislamiento reproductivo y procesos evolutivos influenciados por condiciones geográficas. En conjunto, estos estudios resaltan que la evaluación genética es crucial para la conservación, el manejo sostenible y la mejora de recursos biológicos, permitiendo comprender la dinámica poblacional, detectar efectos de amenazas humanas y diseñar acciones que aseguren la biodiversidad y la sostenibilidad de especies en sus respectivos ecosistemas.